jueves, 23 de noviembre de 2006

EL JARDÍN DE LAS DELICIAS

No me dejaba entrar.
- Señorita, la mochila debe dejarla en consigna .- dijo con mal caracter y un dedo índice sacándome el hipo
- Pero ...
Así que llegaba tarde a nuestro encuentro. Esperé una atroz fila numérica de personas que depositaban en nichos sus objetos preciados no permitidos, para dar paso a otro cúmulo humano frente a otro señor uniformado que comprobaba si la fila anterior, de ya no recuerdo que entrada, la había superado.
Por fin, me saludaban cuadros y guardaba mi reto-ticket en el bolsillo. Y pasillos, laberínticos pasillos, que confundían mi búsqueda.
Dónde estaría el dichoso cuadro? Pero si no he cogido plano, no, no puedo volver a atrás. Teniamos que buscar a El Bosco. Estarías ya frente al Jardín de las Delicias, mientras yo intentaba salir del fuego? estarías recreándote y disfrutando del Paraiso, mientras me rodeaba el empuje carnal de los goyescos?
Siempre me impresionó ese cuadro, por su minuciosidad esquemática, repleto de mensaje, convertía mis ojos en lupas y asi podía pasarme horas, buscando una historia en cada oreja y cuchillo, en cada flor, en cada piel, en cada cuerpo, en cada árbol en cada objeto, en cada nube, en cada arder, en cada pájaro en cada pez, entre el cielo y el infierno.
Una historia de principio, de principios, de intermedios y silencios, de castigos y finales, de acuerdos y desacuerdos. De cabo a rabo, de arriba a abajo, y sobretodo.... de tu mirada a la mia. Por favor, dónde está el cuadro?, pasaban 20 minutos de la hora...
- Disculpe, la sala de El Bosco? .- pregunté al señor sentado, si, ese que parece otro cuadro, pero sin marco.
- Si, tienes que ir al sótano ..., no, espera, perdona, es que soy nuevo aqui y aún ....si, tienes que ..no, aqui esta planta, sala 56a
- Gracias .- mientras me daba la vuelta risueña, me miraba un greco-caballero con su mano en pecho.
La numerología no es lo mío en mi mente oleo se me burlan y esconden, se me olvidan y me bailan los dígitos, o lo anoto o aparezco en el número que busco, pero al revés y justo 65 no tenía nada que ver, bueno si, pasé por Tintoretto, en la 75, pero te busqué y no estabas bajo el mantel.
Cada pintura a mi paso se derretía, ni formas ni historias, era un tumulto de escenas y sensaciones mezcladas que caian a las baldosas que iba pisando. Mis manos querían tocar cada pincel olvidado del artista tan fielmente amado, para si por un mal azar no podía encontrarte al menos llevarme el arte del no-encuentro en mis dedos acuarela.
Cincuenta y seis
El resto del museo debía estar vacio porque el número de personas que se agolpaba frente a la imaginada obra se me había adelantado, dejando ecos en el resto de cuadros, devorando éste en diez filas legionarias..Y desde luego, si tú estabas entre ellos desde hacía treinta minutos, debías estar ya pisoteado y sin poder salvarte, imposible hacer pasillo, grité tu nombre y cien cabezas se giraron, me dejaron ver por fin ese lago de esféricos castillos y cuerpos enredados, pero sin rastro de ti. Vino el mismo señor uniformado, no pude colarme en el tríptico, me llevaron a la salida, pero si vi tu cara y mirada deliciosa en el jardin.

1 comentario:

pazzos dijo...

No sé si el Prado sigue como lo recuerdo, pero junto al tríptico del Bosco había una mesa con sus Siete pecados capitales. En la misma sala un autoretrato de Durero y sus Adán y Eva. Nunca en mi vida me rodeó tanto talento.

Un saludo.