lunes, 8 de enero de 2007

LA PROFESIÓN SE LLEVA POR DENTRO

Cuando me preguntan a qué me dedico, respondo diciendo que soy Vendedora de Sueños. Las deducciones de esta afirmación son varias: colchones?, en una inmobiliaria?, eres Lotera?, los más dogmáticos me recriminan apostando por el: "no, los sueños no se venden". Cuando están mareados, les voy dando más pistas, porque me gusta jugar a contarlo todo.

Vendo destinos lejanos. Me llaman agente de viajes, otros, otras cosas cuando un viaje sale mal. He disfrutado de numerosas anécdotas disparatadas, un día escribiré sobre ello. Y me he vestido con el uniforme de la paciencia. En fin, supongo que como cualquier persona en su profesión.

Como cada mañana me disponía a salir de casa para ir al trabajo, abrí la puerta y una pesada cortina de terciopelo rojo me impedía el paso, contrastaba con las verdes paredes de mi casa y no sabía si volver a la cama por si me había dejado allí la realidad, llamar a la oficina para comentar que hoy no me encontraba bien para laborar o no darle importancia y cruzar, dicen que la indiferencia espanta males, aunque sea por unas horas.

Acaricié el terciopelo para ver si era de verdad, atrapé con mis manos el telón viendo que hacía juego con el color de mis uñas y aparté con fuerza toda desazón, pasando al otro lado.

Niebla, una acera, una farola iluminaba lo gris y abrazada a ella ningún borracho, una bicicleta con cesta me esperaba. Si lo sé, no me pongo esta falda tubo de pana.

Miré atrás para ver si la puerta aún estaba. Otra acera, un coche de niño, modelo "La Semilla del Diablo", una librería cerrada haciendo esquina y una maceta con una planta aún no inventada.

Decidir a esas horas sin café, qué camino tomar, puede ser agotador. Miré al cielo para ver si comenzaba a llover y poder aprovechar esas aceras para bailar claqué. Agua no fue. Lo que voló a mis pies, no sé de dónde, tenía como destinatario en letra arial del catorce, mi nombre. Destripé el sobre y leí:

Bienvenido a Amsterdam
P.D. Lo sentimos, se nos agotó el Rijsttafel y el tulipán, pero puede hacerse jazz en alguno de nuestros famosos coffe-shop.

Abandoné las aceras haciendo brújula mi instinto e intenté recordar direcciones de la ciudad, con lo que me costó en el anterior viaje llegar hasta la Plaza Damm o encontrar la casa de Ana Frank, no quería imaginar ahora cuando podía caerme todo tipo de objetos. Ya empezaba a reconocer algo, esas casas torcidas y medio visillo en cristales abiertos, eran señales de un buen trayecto.

Pero faltaba algo importante en esa ciudad, se puede saber dónde están?. Torcí una esquina y allí estaban, más casas de muñeca de escaleras demasiado verticales, separadas por esos puentes y canales. Ya no había duda, estaba en Amsterdam.

Crucé el puente, rodeé otro edificio y salí del laberinto hasta llegar a un museo, donde para entrar en él tenías que introducirte en una oreja, pasar el pabellón auditivo y dejar atrás todo sonido. Llegas a una habitación de paredes en un azul único, una mesa y silla sencillas, una cama de naranja madera y en una parte del suelo puede leese Van Gogh, me apetecía de veras dormir un rato en esa cama, pero la luz de la ventana me indicaba que lo mismo ese amarillo intenso no iba a estar ahí todo el rato para regresar.

Así que abrí la ventana y salté.. y caí ... caí sobre una silla en la oficina.

(¡Toto, tengo la sensación de que ya no estamos en Kansas!)

14 comentarios:

pazzos dijo...

Por favor, señorita, me vende un pasaje para el reino de Oz.

Anónimo dijo...

..buscaré zapatos de charol de tu número.xd. Estás vacunado de bruja del Oeste?

nancicomansi dijo...

¡JOOOO! Yo también quiero...con tus viajes te ahorras el trayecto, que es lo más "plasta"...
Besos!!

Anónimo dijo...

Yo lo único que puedo hacer para viajar es soñar a todas horas

Isabel dijo...

Me sumerges en un mundo fantástico lleno de imaginación,asi que despues me cuesta introducirme en mi realidad.
¿Dónde venden "Sofias"?Quiero una para mí sola,así cada noche podré escucharla contándome historias maravillosas...
Un besazo y gracias por llevarnos de la mano en tus trayectos.

Anónimo dijo...

os veo espirales en los ojos

Candelas Sanchez Hormigos dijo...

¡Que angustia nena! Los sueños pueden ser terriblemente angustiosos.

Tu vendes ilusiones, sueños y yo pongo las alas ¿que te parece?

Con cariño

Anónimo dijo...

alitas de pollo para cenar

angustiosos por qué ay candela?, qué nos ocultas?

Unknown dijo...

Hummm ¿estás segura de que tomaste la pastilla roja, Dorothy?

Anónimo dijo...

Vaya... esto está cogiendo color... no abandonemos el camino de baldosas amarillas y apúntame a un viaje hacia el mundo maravilloso... pero no en Oz, que ahora estará más concurrido que las islas Mauricio en Navidad... algo más discreto, más acogedor, más confortable, más cercano, más cálido, más seguro, más relajante, más... más... MASSS!!!

Anónimo dijo...

Hablando de fantasías y viajes... ¿para cuándo una historia de Sofía-Barbarella?

Anónimo dijo...

tomo nota.
Qué me das a cambio?

Anónimo dijo...

Juan, me declaro daltónica, de la familia de los Dalton.

Buho..xd. lo que describes es la salita de estar de tu casa, no?

Anónimo dijo...

Te doy pico, pala y dinamita para explotar una nueva veta en ese filón cuyo nombre empienza por R.