Abro el buzón. Publicidad, facturas y un sobre sin remitente. Cierro bien el nicho de papeles. Hago malabarismos con la bolsa del pan, muerdo la carta mientras guardo las llaves. Me llamó la atención el color del papel. Negro. Una vez en casa, sola, me tiré al sofá, cuidadosamente desdoblo el papel del mismo color y pude leer en letras blancas:
“Te espío, hará tres meses. Hoy me decido a escribirte porque necesito decirte que ayer estabas guapísima. Ese jersey rojo te favorecía. Me gustaría saber, ¿por qué y para quien portabas ese collar de perlas tan llamativo?. Ante la imposibilidad de nuestro encuentro, tendré que imaginar el motivo de tus actos”.
Ningún rasgo conocido en la letra, ni firma, olor o mancha. Solo quedé, después de la lectura, en un estado desnudo, paralizado y excitado, extrañamente mezclado. Intenté recordar lo que hice ayer, efectivamente todo detalle que mi anónimo decía era exacto. Y esa pregunta inquietante con su respuesta estremecedora, no sé de veras, cómo hacer frente a todo esto. Guardo el sobre en el cajón de ropa interior. Me miro en el espejo y me ruboricé, me sentí ridícula cuando pensé en el collar de perlas. Esa noche, tuve el mejor sexo con mi marido.
Al día siguiente, no compré el pan, fui directamente al buzón. Subí rauda y veloz a casa, con el corazón acelerado y una nueva carta escondida en mi pecho. El mismo color de sobre, papel y letra.
“Esta vez has sido mala. Sigue así. Firmado: Tu fiel marido”
“Te espío, hará tres meses. Hoy me decido a escribirte porque necesito decirte que ayer estabas guapísima. Ese jersey rojo te favorecía. Me gustaría saber, ¿por qué y para quien portabas ese collar de perlas tan llamativo?. Ante la imposibilidad de nuestro encuentro, tendré que imaginar el motivo de tus actos”.
Ningún rasgo conocido en la letra, ni firma, olor o mancha. Solo quedé, después de la lectura, en un estado desnudo, paralizado y excitado, extrañamente mezclado. Intenté recordar lo que hice ayer, efectivamente todo detalle que mi anónimo decía era exacto. Y esa pregunta inquietante con su respuesta estremecedora, no sé de veras, cómo hacer frente a todo esto. Guardo el sobre en el cajón de ropa interior. Me miro en el espejo y me ruboricé, me sentí ridícula cuando pensé en el collar de perlas. Esa noche, tuve el mejor sexo con mi marido.
Al día siguiente, no compré el pan, fui directamente al buzón. Subí rauda y veloz a casa, con el corazón acelerado y una nueva carta escondida en mi pecho. El mismo color de sobre, papel y letra.
“Esta vez has sido mala. Sigue así. Firmado: Tu fiel marido”
***
Para vosotros con todo mi cariño :
***
13 comentarios:
hola!
Gran texto. Gracias.
Buen fin de semana
Menos mal que no le envió un ramito de violetas...
Estás que te sales con tus escritos, en cantidad y en calidad.
Besos.
Pues mira,yo prefiero que me lo diga directamente...;-)
Te caben en tu cabeza todas esas ocurrencias y más,Sofia...
Las espero.
Juegos peligrosos.
O acabas con la monotonía o acabas con un divorcio.
¿Existen maridos de esos?
Besitos
Marido, amante, voyeaur, espía, escritor... ese hombre es una joya... ni se te ocurra dejarlo escapar!!!
Siempre sorprendente...
si, SINTAGMA, en la imaginación
jaja, yo también me he acordado de la gran cecilia.
Salud!
p.d: elena?
Cada nueve de noviembre, como siempre y sin tarjeta......
Mierda, esto me pasa por no leer los comentarios anteriores.
Disculpenme, soy muy mayor y la letra es pequeña.
sois unos antiguos
Si todas las parejas pusieran un poquito mas de emocion a su relacion no habria tantos divorcios...
A mi me gusta ams la idea de la carta que la del ramito de violetas, qeu ya se nos ha quedado un poco antigua jeje
un abrazo
Sí, huir a Las Vegas y apostar TODO al 7
un beso Nathalie
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