Gritabas. Decías que era el tono de tu voz, no. Gritabas. Y
escuchaba más que tu voz, como los latidos de tu corazón se aceleraban. Tu cara
para los demás era amable, tu persona, tu buena persona frente a los demás era
triunfante, segura en sí misma, conseguías todo lo que deseabas, tus caprichos.
Era tu capricho, los demás éramos tu capricho, nos tenías, me tenías, aunque no
te importáramos nada. Latías y gritabas. Puntos al campeón, llega el primero a
la meta, un mundo a su alrededor de objetos y museos de cera. Gritabas, solo a
mí que era quien estaba en casa, en casa todo lo que habías conseguido en el
día y me contabas, en tus palabras, esas cosas, tus caprichos, tus palabras,
que caían de tu boca en gritos, lo que tenías, que no necesitabas, solo a mí, lo
gritabas, para que parecieran más importantes, las cosas, lo que éramos, los
demás, todo era nada. Solo tus gritos, tu buena persona y aunque gritaras, sé
que te quería cuando al final llorabas.
miércoles, 25 de julio de 2012
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4 comentarios:
Pues no parece un villano tan villano como otros villanos.
Algo sorda si estas ¿gritaría por eso?
Casi todos somos buenas personas cuando somos nosotros quienes lo contamos...
Besos silenciosos.
La buena gente hace un daño enorme. Y por supuesto, el peor daño es conceder tanta importancia a la maldad. Es absurdo dividir a la gente en buena y mala. La gente es encantadora o aburrida.
Me gusta, es bajito y gritón, pero con sus ropajes demuestra tener elegancia, ¿me lo presentará?
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