miércoles, 22 de noviembre de 2006

MAREA IMPACIENTE, SABOR A MANDARINA


Mis horas de sueño siguen extraños patrones que a veces coinciden con las mareas y otras con las fases de las lunas de Saturno.
Tengo la sospecha de que paso muchas noches saltando de pared en pared para dejar escritas en ellas rabias, locuras y pasiones desafinadas en todas las claves de mi a si.
Todo suele comenzar de una forma imprevista y caprichosa: una vez fue la sombra china de un indio rastreando de oriente a poniente el techo de mi dormitorio; otra el agujero de mis calcetines, ventana al suelo para algún dedo dichoso de mis pies; ayer debió de ser el recuerdo del reloj que me has quitado; y hoy......
....tendida en la cama, dispuesta a soñarte, te sientas sereno sobre mi regazo a comer tu mandarina. Salpicas dulce y de color naranja mi pecho limpio, desnudo y contento. Sonrío.
Mi lengua de regaliz conoce el sabor de tus dedos de fruta...Extiendes tu piel sobre mi piel hasta llegar a mi boca, saludas y escuchas: un ángel libre se cuela por la ventana. Regresas por mi talle como por un sendero en primavera; por tus huellas las nieves se derriten y las fuentes se desbordan. Pasa una palabra quemada y contra mi vientre se estrellan tus deseos.
Róbame la cintura, yo te regalo mi bestezuela húmeda y pegajosa, es toda para ti, tómala, hazla tu mandarina preferida. Columnas de hormigas en tumulto, llovemos toda la noche....

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Espero y deseo que tu relato sea cierto. Si es así, además de escribir un bonito cuento eres afortunada, nada es mas maravilloso que sentirse deseada, si no es así sigue siendo una bonita historia.

Sofia dijo...

al igual que veo indios ... esas sombras chinescas, ...me hacen ver un chino mandarín con su flan.. :)
me alegra que te haya gustado
un saludo.