domingo, 10 de diciembre de 2006

Línea 6


Sois todos unos mentirosos, diciendo que no odiáis, pero yo oigo maldiciones cada mañana cuando suena el despertador, ....que os veo.

Y mi maldición se une a la vuestra, pero no, ni aún con toda esa energía somos capaces de parar el tiempo rutinario. El minutero se nos baña en el café con leche, con salto de trampolín se nos suicida el tiempo y la galleta. Fantasmal levitas con la sábana hasta la ducha que es incapaz, perezosa, de soltar agua caliente, porque está fría como nuestras ideas, temblorosas a esas horas tartamudean.

Las manecillas del reloj vuelven a saltar esta vez a nuestro pelo, se nos ponen de horquillas enredándolo todo, el espejo se esconde con la misma rapidez que el armario, indecisos, aburridos, hartos,.. no saben ya que hacer con nosotros, nos abandonan con la velocidad del portazo y llaves olvidadas.

Ascensores que desaparecen y coches, vete a saber en que lugar aparcados, sin tarjeta, sin radar. Me voy en metro, total, nada peor me puede pasar....

Y veo vuestras caras, con esa barbilla y mirada a rastras, y esos brazos tensos hasta los pies empujan mi esperanza a la vía. Se abren puertas, se cierran etapas, es ahí justo, cuando nace el nuevo día. Balanceamos sueños, sostenemos retos. Arrugamos diarios, atrapas ojos de la persona que respira en tu cuello. Siguiente parada, murmullo repleto, vacía vagón. Y a mi se me cae el alma a un asiento con un terror de pisar andén. Quedan tres paradas, otro día que llego tarde seguro que cuando salga fuera, viene una nube a castigarme.

Suben dos señoras y acurrucan de nuevo al señor del asiento centro de enfrente. A punto estuvo de caer, pero ellas con abrigos, bolsos, bolsas y movimientos dignos de cuartel, sincronizadas le sostienen de nuevo, en ese sueño que lleva de vaivén, tiene cara de placer, debe estar alcanzando el limbo.

Me miran, miro, se miran, él no ve. Suspiramos, siguiente andén.
Salen mochileros, tropiezan, no entra nadie... el mundo se vacía.

Señora 1: No sé por qué no duermen en su casa
Señora 2: Para qué.. si tienen nuestro hombro, que mejor lugar dónde dormir.
Señora 1: Hija, pues una almohada, una cama, una manta...como Dios manda.
Señora 2: Pues ya ves, tanto planchar para luego venir aquí a doblar camisas y corbatas.
Señora 1: Qué vida esta ¡
Señora 2: Qué sueño más profundo ¡

Miro, me miran, se miran, él no ve. Suspiramos, siguiente andén.
Entra una pareja de enamorados del orden. Uniformados de almas gemelas de la autoridad. Y no hay más miradas entre nosotros. Todos los ojos en el vagón se clavan en la cara de situación del sonido del walkie-talkie, contraseñas, susurros y el silencio nos ahoga de repente al ver la mano de uno de ellos hacer toc-toc sobre el hombro libre del durmiente. Se abre abrigo, agujero en sangre. Caída del señor, ante el descuidado brinco de las señoras, al suelo se lanza muerto hace ya muchas horas. Mujeres gritan, mi andén llega, atropellamos impulsos. Brazos nos apartan del increíble susto. Salimos todos, vagón vacío, el mundo se rellena de nuevo, alrededor del asunto.

Desaparezco lenta haciendo espacio, mientras viene más gente, escalera abajo. Salgo a la calle, ambulancia, ambiente policíaco, historias que no cuadran. Sonido absurdo....cierro ojos ... abro ojos, estoy en la cama y es domingo.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Sufrimos un ataque de realidad con tu relato,nos descolocas...
La vida nos entrega hiperbólicos sueños llenos de nuestro más despiadado realismo ...
Excelente relato...
Saludos...

pazzos dijo...

Cuando la galleta se suicida, no podemos evitar que su muerte nos salpique.

Cielos, que cerca está este lunes.
Un saludo.

Lunarroja dijo...

Precioso relato.
... Afortunadamente, era domingo.

TORO SALVAJE dijo...

Tus sueños son igual que los míos, acojonantes....

Besos.

Anónimo dijo...

jajaja
sin palabras